EL “POLVORÍN” DE LA ESPAÑA ABANDONADA
Greenpeace arranca una nueva campaña para abordar la situación de la conocida como “España vaciada”. El impacto de la crisis climática será mucho mayor si no revertimos el actual abandono rural.
Un país cada vez más seco
Cuando hablamos de desertificación, tendemos a pensar en imágenes saharianas o en tierras secas y agrietadas. Sin embargo, la desertificación en España, que ya afecta a dos tercios de su superficie, lo que está haciendo es reconvertir las antiguas masas forestales en otras de matorral, por el calor y la falta de lluvia. España no es un desierto; de hecho, curiosamente, es el segundo país de la Unión Europea, tras Suecia, con más superficie forestal. El problema es el tipo de vegetación que estamos generando: seca e inflamable.
El 17 de junio, Día de lucha contra la desertificación y la sequía, sirvió para recordar algunos datos preocupantes:
- La Península Ibérica será la región europea más afectada por el aumento de episodios de sequía.
- Entre el 75% y el 80% de España está en riesgo de convertirse en desierto a lo largo de este siglo. (El total de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas en España llegará a los 37,4 millones de hectáreas, de las 50,5 millones del total del territorio).
- El sudeste del país es la zona que sufrirá una mayor desertificación y aumento de las temperaturas, descenso de las precipitaciones y/o una creciente escasez de agua.
- Siete de las diez cuencas hidrográficas con mayor estrés hídrico (sequía crónica) de toda Europa se encuentran en España.
Nos enfrentamos así a una de las mayores amenazas para nuestro país, que empeorará si no se actúa ya con medidas urgentes que van desde la reducción inmediata de emisiones hasta la persecución de la sobreexplotación y contaminación de recursos hídricos. Medidas todas ellas necesarias bajo el paraguas del rediseño de nuestras políticas hidráulica, forestal y agrícola.
Nuevo paisaje combustible
En el actual contexto de crisis climática, con alteración de las lluvias y un aumento de las olas de calor, ese proceso de desertificación, de conversión de las tradicionales masas forestales en otras secas e inflamables, convierte nuestro paisaje en un auténtico polvorín para los incendios que, cada vez, serán menos pero más devastadores. No en vano, el 0,13% del total de incendios de 2019, fueron responsables del 34% de superficie quemada.
Por eso, es necesario recuperar algunas de las prácticas tradicionales de nuestro campo, como la diversificación de los cultivos, que fragmentaba el paisaje, o la ganadería extensiva, que mantenía a raya el exceso de vegetación combustible.
Greenpeace publica el informe “Proteger el medio rural es protegernos del fuego” para analizar la estrecha vinculación entre el abandono de la España rural y la creciente vulnerabilidad de nuestro territorio ante los incendios. Desde los años sesenta hasta la actualidad, se han abandonado prácticamente 4 millones de hectáreas de tierras de cultivo y la población del sector primario ha pasado del 36’3% al 3’98%. Son datos preocupantes porque el papel de las zonas rurales y sus actividades es, y será cada vez más, clave para la lucha contra los incendios forestales y para mitigar los efectos de la emergencia climática. Del fortalecimiento del campo depende el futuro de este país.
Medios de Comunicación
Greenpeace ha publicado la guía “Comunicación sobre incendios: el periodismo también puede mitigar la emergencia climática” con recomendaciones para que los/las periodistas puedan informar sobre los incendios de manera eficaz y, sobre todo, preventiva.
¿sabes que… el 80% de los municipios españoles en zonas de alto riesgo de incendio no tiene planes de emergencia?
¿o que menos del 10% de los incendios son provocados por pirómanos?
Texto: Laura Chinchetru Fotos: Pedro Armestre