LOS USOS DEL SUELO O LA CRISIS DE BIODIVERSIDAD

El aumento del consumo de recursos y los cambios de uso del suelo como consecuencia del crecimiento económico no son compatibles con la conservación de la biodiversidad. Repensar los modelos de la agricultura, la ganadería o de la construcción es fundamental para avanzar en una transición ecológica.

Caballos en un prado verde al atardecer con el skyline de Madrid en el horizonte © Pedro Armestre / Greenpeace

Actualmente vivimos en la era del antropoceno, un término que define una época histórica dominada por las necesidades del ser humano, por el beneficio económico, que han generado la mayor destrucción de la naturaleza. La agricultura o la urbanización han transformado el 75% de la superficie terrestre, lo que han conllevado una crisis de biodiversidad marcada por la sexta gran extinción de seres vivos.
Como indicó el último informe IPBES de la ONU, nos encontramos ante una tasa de extinción de especies entre 100 y 1.000 veces superior a lo que se consideraría natural. Y con más de un millón de especies al borde de la extinción, una cifra sin precedentes.
El aumento del consumo de recursos, los cambios de uso del suelo y las emisiones contaminantes, como consecuencia del crecimiento económico, no son compatibles, por tanto, con la conservación de la biodiversidad. Por ello desde Greenpeace nos replanteamos todas las prácticas, especialmente las económicas, que definen la presencia humana en este planeta y proponemos darle la vuelta al sistema y tomar medidas para hacer frente a la crisis de biodiversidad. Las prioridades están, por tanto, claras: transformar la economía para que vaya de la mano de la vida y la salud del planeta. Para hacer frente a la desprotección del territorio, la mala gestión de los recursos hídricos y la marginación del mundo rural, proponemos una transición agroecológica con medidas para la conservación y recuperación de los ecosistemas a través de un nuevo modelo de agricultura, ganadería y pesca.
Nuestro modelo eleva el sector eleva el sector primario como esencial para la sociedad y apuesta por el cuidado de los usos del suelo que, con el modelo actual de agroindustria, se destruyen a gran velocidad. Por ello es necesaria la adopción de una dieta de salud planetaria que, entre otras características, conlleva la reducción del consumo de carne y otros productos de origen animal, la eliminación progresiva de las explotaciones de ganadería industrial y la promoción de la ganadería extensiva de base agroecológica.
Por tanto, la declaración de los servicios forestales, agrícolas, ganaderos y pesqueros sostenibles como un servicio esencial para la sociedad es fundamental dentro de un nuevo modelo económico, que aúne creación de empleo, reequilibrio territorial, generación de riqueza y conservación del medio ambiente

Otra cultura del ladrillo Y DEL TURISMO ES POSIBLE

Otra de las claves para hacer frente a la crisis de biodiversidad es el uso del suelo para la construcción. Creemos, como ya hemos apuntado, que los terrenos públicos han de ser empleados como cultivos ecológicos y, muy importante también, desarrollar políticas que eviten el uso especulativo del suelo y, así, el resurgir del ladrillo.
En Greenpeace apostamos por un sector de la construcción reorientado a repensar la agenda urbanísitca de las ciudades y por un ordenamiento territorial con modelos resilientes y más seguros frente a la emergencia climática y residencial. Nuestras propuestas abarcan desde la ampliación del Plan estatal de vivienda 2018-2021 con ayudas para la rehabilitación energética de los edificios; el establecimiento de un Fondo estatal de vivienda ecológica y equitativa o la creación de un Fondo de Resiliencia para la Justicia Climática para afrontar mejor los impactos del cambio climático.
Pero también hemos de reinventar el modelo de turismo destructivo. El turismo de masas, depredador de los recursos naturales y asimétrico con las personas desempleadas pasaría a ser considerado sector en riesgo que necesita especial apoyo, tanto por su impacto ecológico negativo (elevado consumo de suelo, agua y energía, generación masiva de residuos), como, por ejemplo, por la reducción sustancial del tráfico aéreo de pasajeros.
Frente a lo anterior, se debe seguir apostando por el turismo sostenible, que consuma menos recursos naturales, que sea respetuoso con la naturaleza y el paisaje, y con una particular promoción del turismo rural y de interior. La reconversión del turismo en el escenario propuesto puede llevarse a cabo a través de cuatro procesos: implementar medidas que internalicen los costes sociales y ambientales de las empresas turísticas, el desarrollo del coturismo; la gestión sostenible y planificada del turismo de interior, y el turismo internacional por medios de transporte más lentos.

Texto: Mario Ruiz-Ayúcar Dorado   Fotos: Pedro Armestre