Esperanza y cariño de ida y vuelta

Durante el confinamiento el equipo de Diálogo Directo cambió la calle por el teléfono. Durante esos días hablaron con socios y socias mayores de 65 años para transmitirles la cercanía de la familia Greenpeace. Aquí destacamos algunas historias

Mujeres comprando en el mercado con las mascarillas puestas © Pedro Armestre / Greenpeace

Óscar: Os quiero compartir la conversación con Carmen, de Sabadell

Tras averiguar que yo estaba soltero, no dudó en proponerme muy insistentemente que conociera a su amiga Anna, una mujer que se merecía estar con, según sus palabras, “un hombre de Greenpeace. Porque el mundo necesita juntarse con personas de Greenpeace”. Reconozco que tan alta estima mostrada hacia mí a través de una simple llamada telefónica consiguió llegar a plantearme la opción. Luego me acordé de los resultados de mis citas a ciegas en el pasado, y lo descarté.

Marta: No deja de sorprenderme la calidad humana de nuestras socias y socios

Llamando a la ría de Ferrol, me encontré con un hombre apicultor y apiterapeuta por vocación. Me habló de las abejas, de su relación con ellas, la coexistencia y posición vital con el mundo que las rodea. También es pintor fantástico de la naturaleza y se define como su observador. Cuenta que continuamente nos habla, pero que en algún momento de nuestra historia dejamos de escuchar. Nos anima a que abramos el pecho de nuevo y conectemos con ella, ya que, así, podremos vivir en armonía, tanto con nosotros mismos como con el mundo que nos rodea.

Tapha: Soy de Senegal, llevo en España 16 años

Trabajo en Greenpeace desde enero. Hablé con Antonio, de unos 73 años con una antigüedad como socio de más de 28. Después de un cuarto de hora intercambiando pareceres, me preguntó si me gustaba la cocina catalana. Respondí “Si home” que sería “Si hombre”, a quién no le gusta… Antonio desplegó todo su conocimiento para enseñarme su repertorio de platos/recetas catalanes: Fricandó, Bacalao a la llauna, arroz a la catalana, etc…
Dos meses después de aquella llamada, puedo decir que gracias a esta campaña, he ganado un amigo con el que sigo manteniendo una excelente relación y media docena de recetas catalanas.

Borja: Nunca imaginé que desde Greenpeace pudiéramos ayudar tanto a alguien

La primera vez que hablé con Rosalía (75 años) me reconoció que le daba un poco de vergüenza llamar para pedir ayuda. Me encontré con una persona con muchísimo miedo al virus y a salir a la calle porque tanto ella como su marido son de riesgo. Su familia vive lejos y no podía atenderla y ella no podía salir ni a la compra.
Nos pusimos en contacto con el grupo de voluntas de Málaga. Una de nuestras voluntarias, Mamen, se acercó a esta familia y les estuvo haciendo la compra semanalmente. Esto ha sido para mi una de las cosas más importantes de lo que hemos hecho estos meses.

Texto: Lara Codó   Fotos: Pedro Armestre