El agua mata
al Mar Menor

La situación del Mar Menor es crítica. Décadas de abandono y permisividad han llevado a la laguna de agua salada más grande de España y la segunda de Europa al borde del colapso. Lo confirman las más de cinco toneladas de peces muertos que se recogieron durante el pasado agosto en sus orillas. Una de las causas es el exceso de agua. El informe de Greenpeace El Mar Menor, una víctima del trasvase Tajo-Segura, evidencia que el trasvase llevó a un modelo de regadío insostenible en todo el Campo de Cartagena. 

La agricultura intensiva e industrial ha usado decenas de miles de toneladas de nitratos que han sido arrastrados por el exceso de riego. Esto ha supuesto la proliferación de algas en la laguna, un fenómeno conocido como ‘sopa verde’, que ha consumido el oxígeno del agua, imposibilitando la vida de peces o crustáceos. Y aunque el gobierno de Murcia tiene las competencias en agricultura para evitar este desastre, no está actuando.

Desde Greenpeace reclamamos que se ponga fin a este ecocidio acabando con el trasvase de agua desde el río Tajo y extrayendo el agua contaminada a través de los más de 800 pozos en manos de pequeños agricultores. Una vez extraída esta agua, se debe verter a una red (que ya existía y se dejó abandonar) que conduzca estos caudales a una planta de desnitrificación y desalobración. El agua limpia puede usarse de nuevo para los riegos de los agricultores tradicionales de la zona.

El Mar Menor necesita ayuda. Por eso, somos una de las ONG personadas como acusación particular en el caso “Topillo”, que investiga a 80 empresas, políticos y funcionarios por permitir los vertidos a la laguna. 

Ayúdanos a buscar a los responsables de este ecocidio y súmate a nuestra petición de firmas. Ya llevamos más de 60.000.

¡Gracias por firmar y compartir!

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La vuelta al cole más rebelde

Ha vuelto, un año más, la Escuela de Activismo que Greenpeace y Novact organizan desde 2019 para dar herramientas de protesta no violenta a personas y colectivos comprometidos con la justicia social y climática. Ante la crisis global, la necesidad de actuar es cada vez más urgente, a pesar de las dificultades que nos presenta la pandemia. Por eso, lanzamos cursos y talleres de contrapublicidad o brandalismo; formaciones para fortalecer la organización interna de los movimientos; talleres en desobediencia civil o los ya habituales Green Talks.

Todas las actividades de la Escuela de Activismo, que empezaron el 15 de septiembre, son gratuitas, tanto en presencial como online. Para participar solo hay que inscribirse en nuestra web. Además, se puede acceder a formaciones de años anteriores. Entre estos contenidos permanentes destacan talleres sobre ‘artivismo’, que nos enseñan a realizar un mural o pancartas, o debates de diversos referentes sobre temas como el ecofeminismo. 

Y, por si fuera poco, la Escuela cuenta con un Centro de Activismo, un espacio estratégico para el trabajo colaborativo con otras organizaciones y movimientos sociales de todo el territorio, que nos permite potenciar sinergias y multiplicar nuestros recursos para el activismo.

Inscríbete en la Escuela de Activismo de Greenpeace y Novact:

Escuela de activismo

Punto y final a la minería de uranio en España

Creímos que era posible y lo logramos: la minería de uranio ya es historia en España tras una decisión del Consejo de Seguridad Nuclear, contraria a autorizar el proyecto de Retortillo (Salamanca) en julio de este año. 

En España ha habido diversas minas de uranio, ya cerradas desde hace años. Pero en 2008 se volvió a despertar el interés de empresas internacionales como la australiana Berkeley, que pretendía establecer en Salamanca la mina de uranio a cielo abierto más grande de Europa, en colaboración con la empresa pública Enusa. Pero en 2011, después de que el desastre de Fukushima afectara gravemente a los precios, Enusa se retiró del proyecto.

En 2012, Berkeley anunció una demanda contra Enusa por valor de 150 millones de euros por incumplimiento de contrato. A cambio de retirarla, la empresa conseguiría, supuestamente, una privatización encubierta de las reservas de uranio. Fue entonces cuando empezaron las protestas, que fueron reprimidas por la empresa, llegando a interponer litigios SLAPP (pleitos contra la acción popular).

Finalmente, gracias a la presión de Greenpeace y otros grupos ecologistas, se consiguió que la nueva Ley de Cambio Climático de mayo de 2021 prohibiese la minería de uranio y cerrase la puerta a nuevos proyectos. Pero dejaba en pie Retortillo, que ya estaba en marcha. Quedaba esperar que el Consejo de Seguridad Nuclear obrara para proteger el medioambiente y las personas de la peligrosa contaminación nuclear. Y esta vez, lo ha hecho.

Movilidad para todas: en el aire y a ras de suelo

Como cada año, Greenpeace ha dedicado el mes de septiembre a hablar de la movilidad sostenible. Y, en esta ocasión, no pudimos empezar mejor: a principios de mes se anunciaba la paralización de la ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat. El Gobierno cedió a la presión de entidades ecologistas, vecinales y sociales agrupadas en la Plataforma Zeroport, desde la que denunciamos el enorme impacto que esta ampliación supondría para el clima y la biodiversidad.

Pero no todo son victorias: a pesar de que no se ha recuperado toda la movilidad previa a la pandemia, los niveles de tráfico ya son similares a los de 2019, lo que supone que el coche ocupa cerca del 80% del espacio público. Por eso, durante esta Semana de la Movilidad (16-22 de septiembre), voluntarios y voluntarias de Greenpeace nos activamos en 24 localidades para pedir #MovilidadParaTodas. Con esta campaña pedimos a gobiernos, ayuntamientos y empresas que adopten medidas como adelantar la implantación de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) o aumentar los niveles de teletrabajo, pues con cada día adicional de trabajo en casa se reducirían un 3% las emisiones de CO2. 

Hacer más sostenible la movilidad también significa mejorar nuestra experiencia en las ciudades. Es por eso que el voluntariado de Greenpeace ha demandado más espacios peatonales, vías ciclistas seguras o espacios verdes. Para hacer visible esta demanda, los y las voluntarias hackearon algunas de las señales de tráfico de diversas ciudades, para que el coche dejara de ser, al menos por un día, el protagonista y las señales hablaran a las personas en lugar de a los vehículos. Porque queremos que el #DíaMundialSinCoches sea cada día.