Familia Greenpeace
Javier Fabo Induráin nació y vive en la localidad navarra de Marcilla. Durante sus 59 años ha ido estrechando la relación con el río del que se siente vigilante: el río Aragón. Sobre este afluente ha escrito dos libros, el último de ellos sobre los castores. Es socio de Greenpeace desde 1995 y actualmente es presidente de la organización ecologista local Alnus.
Vives cerca de la macrogranja de Caparroso, que acumula muchas sanciones ambientales. ¿Cómo os afecta?
Desde Alnus siempre hemos trabajado el río. Somos su vigilante. En 2014, cuando se instaló la macrogranja, empezamos a detectar vertidos e hicimos diversas denuncias. En 2020 se produce un vertido muy grave y lanzamos una llamada a Greenpeace, que acudió a la zona y estuvo tres días trabajando con nosotros. Hicieron una campaña muy fuerte y mucha presión en los medios de comunicación para poder destapar lo que hay detrás de esta macrogranja.
A raíz de esta visita de Greenpeace, medís periódicamente los nitratos del río. ¿Cómo es la colaboración?
Greenpeace nos propuso seguir la vigilancia y nos dio un refractómetro para medir los nitratos. Lo más importante de esto es que nos descubre el poder que tenemos para vigilar nuestros acuíferos. Nos abastecemos de esta agua para nuestro consumo y para las granjas. Poder medir por nuestra cuenta la contaminación del agua nos ayuda a saber qué tenemos y dónde están los límites. Gracias a estas mediciones, por ejemplo, hemos descubierto que en algunos sitios bebían agua contaminada.
¿Cuál es tu relación particular con Greenpeace?
Alnus es la única asociación ecologista de la zona. Por eso hemos colaborado con diversas entidades, pero Greenpeace siempre ha estado ahí y, a mí, es la que más me gusta debido a su carácter internacional. Creo que todo lo que hacemos de manera local afecta en lo global. Que Greenpeace trabaje tanto sobre las nucleares, como sobre los mares, o los polos, la convierte en mi grupo ecologista de referencia. Por eso hace más de 25 años que soy socio.
¿Cómo crees que las asociaciones ecologistas pueden ayudar en zonas como Marcilla?
Nosotros, desde Alnus, nos centramos mucho en la escuela y me gusta ver que Greenpeace también apuesta por la pedagogía con los jóvenes, porque creo que con las personas adultas ya hay poco margen. Es complicado cambiar los hábitos de los adultos: si a una persona sensibilizada como yo ya le cuesta ser constantemente respetuosa con el medio ambiente, imagínate alguien que no esté concienciado. Yo voy en bici a todos lados, pero tengo un coche de gasoil. Es muy difícil que mi generación llegue a cambiar el mundo en que vivimos, pero los jóvenes tienen el futuro por delante.