Cetáceos en prisión

Un centenar de orcas y belugas permanecen prisioneras en minúsculos cubículos en las gélidas aguas rusas a la espera de ser vendidas a acuarios en China

Un centenar de orcas y belugas permanecen prisioneras en minúsculos cubículos en las gélidas aguas rusas a la espera de ser vendidas a acuarios en China © Greenpeace / Dmitry Rudas

Emiten gritos de angustia y desesperanza. Dan vueltas y vueltas hacinadas en minúsculas piscinas-cárcel en el mar de Okhotsk, en la costa este de Rusia. Al menos, 11 orcas y 90 belugas se encuentran allí prisioneras a la espera de ser vendidas a acuarios en China.

El pasado otoño Greenpeace descubrió estas cárceles de cetáceos y, desde entonces, tan solo una cosa ha cambiado: una orca y tres cachorras de beluga han desaparecido. Los balleneros aseguran que consiguieron escapar, pero lo más plausible dadas las condiciones es que murieran en cautiverio. Orcas y belugas necesitan nadar de forma activa para estar en buenas condiciones en unas aguas tan gélidas, algo casi imposible en un espacio tan limitado.

Según diversos estudios, las ballenas expresan infelicidad en cautiverio: a menudo no comen y dejan de aparearse. Además, se cree que están expuestas a un elevado número de bacterias que podrían provocarles la muerte. De hecho, la vida de una ballena puede acortarse muchos años cuando no está libre.

Al cierre de esta edición, el Gobierno ruso había pedido que se procediera a la liberación inmediata de todos los cetáceos recluidos. Sin embargo, aún no se había hecho efectiva.

Las ballenas son los animales más grandes que existen, pero su caza indiscriminada las ha llevado al borde de la extinción