Los mares no pueden
ser un WC
Los vertidos de aguas residuales urbanas son generalizados en todo el litoral español y suponen un riesgo para la salud de la población y de los ecosistemas
Playas cerradas, olores fétidos, ecosistemas destruidos y graves problemas de salud… La depuración de las aguas residuales continúa siendo una asignatura pendiente en España.
La Unión Europea lo había advertido en varias ocasiones, pero ante la desidia de las administraciones públicas, en 2018 llegó la multa: 12 millones de euros por el incumplimiento de la directiva comunitaria sobre depuración de aguas residuales en 17 municipios costeros y 11 millones cada seis meses hasta que las nueve localidades que todavía seguían contraviniendo la norma lo solucionen. Un escenario con una fecha lejana: hoy ya se sabe que España seguirá pagando la multa hasta 2022.
La dimensión de los vertidos de aguas residuales no termina aquí. Solo el pasado año, Greenpeace contabilizó al menos 90 impactos en alrededor de 80 municipios distribuidos por las 23 provincias costeras.
“Los datos hablan por sí solos: la contaminación de aguas residuales afecta a todo el litoral, una situación de elevado riesgo para los ecosistemas costeros y la salud de la población”, explica Paloma Nuche, responsable de la campaña de Costas de Greenpeace.
Los vertidos de aguas residuales urbanas proceden de las aguas fecales, una fuente continua de enfermedades como otitis y gastroenteritis, entre otras. Estos vertidos, además, afectan gravemente a los ecosistemas marinos: las especies originales desaparecen y, en su lugar, aparecen otras adaptadas a los altos niveles de contaminación. Por ejemplo, disminuye la presencia de especies beneficiosas como la Posidonia oceanica, clave en el mantenimiento de la biodiversidad y generadora de aguas transparentes y playas de arena blanca, y aumenta la aparición de especies como medusas, microalgas y cianobacterias.
Para atajar definitivamente esta situación, es necesario que las administraciones responsables tomen decisiones ambiciosas y efectivas. ¿Cómo? “Sencillo”, explica Nuche, “invirtiendo en una infraestructura que asegure una depuración efectiva y una ordenación del litoral que controle la masificación urbanística y ponga límite a nuevas fuentes de vertidos al mar. Esto se debería haber hecho hace ya muchos años y nos habríamos ahorrado una multa millonaria”.
Solo en 2018 Greenpeace contabilizó al menos 90 impactos en alrededor de 80 municipios distribuidos por las 23 provincias costeras
Texto: Ana Martínez