Voces desde el campo

Resistir a la gran industria agrícola y hacer las cosas correctamente es posible. Estas voces resuenan con fuerza. Apuestan por la agroecología, por el cuidado de la tierra, de los recursos y de las personas. Son el ejemplo a seguir, la esperanza y el único modelo que asegura la subsistencia.

Luis Ruiz-Roso

Socio de CSA Vega de Jarama
Torremocha de Jarama (Madrid)

La CSA Vega de Jarama nace del 15M, de “soñar las cosas e ir a por ellas”, asegura Luis, uno de sus socios fundadores. Él trabaja el campo para esta asociación que aúna a consumidores y agricultores con un objetivo común: cuidar el campo. Los socios “sostienen la agricultura” con sus cuotas, con las que aseguran que, aunque caiga un granizo o venga una sequía, quien cultiva siga teniendo su sueldo. De esta manera, vender las tierras a la agricultura intensiva no es una tentación. 

Luis es consciente de que su modelo “no tiene cabida en el sistema capitalista”, pero su deseo no es hacerse rico, sino preservar los bienes comunes: la tierra, el agua y los alimentos. Y en esta lucha, la ciudad y el campo están juntos: “Nadie es mejor que nadie, nos tenemos que enriquecer de los saberes del otro”. La meta, para Luis, es cambiar los hábitos de consumo, aprender
a gestionar los excedentes y apostar por la agricultura local y de confianza.

Paco López

Socio de CSA Vega de Jarama
Torremocha de Jarama (Madrid)

Paco lleva muchos años trabajando la tierra y sabe bien que la agricultura ha cambiado. “Está muy tecnificada, porque hemos llegado a un modelo en el que se vende muy poco y se compra muy barato”, se lamenta. 

A consecuencia de ello, se incrementan los cultivos por regadío, “como si los recursos fueran infinitos”. Además, los agricultores dependen del contexto climático, que cada vez es más duro. “Ves sufrir a las plantas, se queman”, explica. Por eso, Paco piensa que la tecnología puede ser de gran utilidad, siempre y cuando sirva para ayudar a las plantaciones extensivas, que cuidan el suelo, “no a aquellas que piensan que la agricultura es una fábrica mientras le quitan la comida al futuro”.

“El cambio climático es una realidad y la falta de agua va a ser una constante –apunta–. Va a haber lluvias torrenciales increíbles, habrá agua ‘a punta pala’, pero no vamos a poder utilizarla. ¿Cómo se puede combatir? Mejorando el suelo, teniendo más vegetación que impida que las lluvias torrenciales generen la erosión que se lleva la materia orgánica y deja el suelo desnudo”.
“Por eso tenemos que cuidar el campo”, concluye.

Víctor Perdigones

Agricultor agroecológico de La Acequia
San Antonio, El Carpio (Córdoba)

Víctor trabaja en un colectivo autogestionado del que se alimentan 70 familias. Sabe por experiencia que el cambio climático está afectando al campo; por eso apuesta por adaptarse. Es necesario “trabajar con variedades tradicionales, mejor adaptadas a las tierras secas, y priorizar cultivos autóctonos por delante de los que se ponen de moda”, dice refiriéndose a frutos como el aguacate. “Hay que mejorar el riego, pero no sirve de nada si no cultivas correctamente”, insiste. La falta de agua y los cambios de temperatura están trayendo problemas nuevos al campo, como “plagas antes inexistentes” o lluvias torrenciales que llegan de la nada. “Los humanos pensamos en una generación o dos, pero la gestión de la naturaleza es a largo plazo”, asegura. 

Por eso, es importante que las subvenciones ayuden no a las grandes empresas, sino a las pequeñas iniciativas. “La Administración podría hacer una barbaridad de cosas más, como facilitar el relevo, darnos formación o ayudas”. Así se garantizaría la subsistencia no solo de quienes velan por el consumo responsable, sino de toda la sociedad. “Vivimos gracias a lo que comemos”,
resume Víctor.

Leticia Toledo

Agricultora agroecológica
Arcos de la Frontera (Cádiz)

Leticia lleva desde 2005 cultivando la tierra de la mano de una cooperativa ecológica y tiene muy claro que el “gran problema” del campo es “el derroche del regadío intensivo”, que genera la “falsa sensación de que hay agua”. Critica duramente las decisiones en el sector de la agricultura, que se basan en una “respuesta cortoplacista para sacar lo que podamos en el menor tiempo posible”. Este modelo, que es “contrario al sentido común”, está desarmando a los pequeños productores, que se ven obligados a arrendar sus tierras.

“Es fundamental relocalizar los cultivos”, dice, para evitar la gran contradicción de que “nuestras tierras estén en manos de tres empresas que se focalizan en alimentar a Alemania, cuando mucha de nuestra comida es importada”. Apunta a la responsabilidad de las Administraciones, que deberían “formar a los agricultores en aspectos técnicos”. De esta manera, estarían en disposición de decidir cómo gestionan “un recurso tan valioso como es el agua”.

Texto: Sandra Vicente, periodista   Fotos: Álvaro Lagos / Greenpeace