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Carbón, clima y personas
El pasado mes de julio, la eléctrica EDP anunciaba el inicio de los trámites para cerrar las dos últimas centrales térmicas de carbón que quedan operativas, la de Aboño y Soto de Ribera (Asturias) lo que supone el final del carbón en España. Una meta por la que Greenpeace llevaba 30 años haciendo campaña.
El trabajo durante estas tres décadas no ha sido sencillo. Gritamos para amplificar la voz de la comunidad científica que decía, sin ser oída, que la quema de carbón estaba detrás del calentamiento global. Nos miraban como si fuéramos marcianos. Incluso llevamos a los tribunales al presidente de Endesa, a quien acusábamos de provocar lluvia ácida con la térmica de Andorra, en Teruel. Nos decían que todo esto era una locura.
Hoy la situación ha cambiado. Nadie sensato duda del cambio climático ni se cuestiona lo perniciosa que es la quema de carbón para la salud de las personas y del planeta. Tampoco hay la más mínima duda sobre la obligación de las eléctricas de proteger el clima y de ocuparse de las personas que mandan al paro y de las comarcas que abandonan tras décadas obteniendo grandes beneficios sin tener en cuenta los negativos efectos en la salud de quienes las habitan y en el medio ambiente. Seguiremos vigilantes.
Mario Rodríguez es el director ejecutivo de Greenpeace España