LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA, MATA

El último estudio de Greenpeace revela que los combustibles fósiles causan 4,5 millones de muertes prematuras en todo el mundo, además de efectos dañinos en el medio ambiente y la economía. Las soluciones a esta amenaza, las energías limpias y el transporte sostenible.

Desguace de coches incinerados © Ian Willms / Greenpeace

El petróleo, el gas y el carbón matan. Aunque para muchas personas este hecho pudiera ser una obviedad, un estudio realizado por Greenpeace y el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (Centre for Research on Energy and Clean Air, CREA) ha revelado que la contaminación atmosférica provocada por la quema de combustibles fósiles causa 4,5 millones de muertes anuales en todo el mundo; una cifra que supone el triple de personas fallecidas por accidente automovilístico en todo el mundo.
Este estudio desvela, además, que la quema de estos combustibles provoca muertes prematuras y partos prematuros además de ataques de asma infantil. Son los peligros sobre la salud de este colectivo los que más destacan en el informe: en todo el mundo, unos 40.000 niños y niñas mueren en su primer año de vida debido a la exposición a partículas PM2.5 provocadas por los combustibles fósiles. Y por si no fuera suficiente, estas mismas partículas también provocan unos dos millones de partos prematuros al año.

40.000 niños y niñas mueren en su primer año de vida debido a la contaminación atmosférica

“Cada año, la contaminación generada por los combustibles fósiles se lleva millones de vidas e incrementa los riesgos de padecer ataques cardiácos, cáncer de pulmón y asma, además de costarnos miles de millones de dólares”, afirma Minwoo Son, responsable de la campaña Aire Limpio en Greenpeace Sudeste Asiático.

Graves pérdidas económicas
Como indicaba Minwoo Son, los combustibles fósiles generan altísimos costes monetarios para las economías de los países. La contaminación de este tipo de combustibles le cuesta al mundo alrededor de 2,9 billones de dólares al año, aproximadamente un 3,3% del PIB mundial. Cada año, en todo el mundo, se estima una pérdida de 1.800 millones de jornadas de trabajo por enfermedad por la sola exposición a partículas PM2.5., lo que equivale a unas pérdidas económicas de 101.000 millones anuales.

España sigue incumpliendo los niveles máximos de NO2, poniendo así en riesgo hasta 35.000 vidas al año

El informe realizado por CREA y Greenpeace considera que casi 400.000 muertes prematuras en la Unión Europea están vinculadas a enfermedades causadas por la quema de carbón y derivados del petróleo, como la gasolina y el diésel. Pero si nos centramos particularmente en las cifras y características de España, se calcula que el coste total de la contaminación provocada por los combustibles fósiles es de 21.033 millones de euros anuales (1,68% del PIB). Los reiterados incumplimientos en los niveles máximos de contaminación, procedentes fundamentalmente de los automóviles de combustión, han motivado a la Comisión Europea a llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.“Diez años después de la entrada en vigor de la directiva europea, España sigue incumpliendo los niveles máximos de NO2, poniendo así en riesgo hasta 35.000 vidas al año. Pese al enorme coste económico y social que tiene la contaminación, todavía hay administraciones que siguen promoviendo el uso de combustibles fósiles: incentivando el uso del coche en las ciudades, amparando la construcción de nuevos aeropuertos o retrasando el cierre de centrales térmicas, lo que pone en riesgo no solo nuestra salud, sino también la necesaria reducción de emisiones para hacer frente a la crisis climática”, apunta Adrián Fernández, responsable de Movilidad de Greenpeace España. ¿Solución? Energías limpias y transporte sostenible“Este es un problema que sabemos cómo resolver: evolucionando hacia fuentes renovables de energía, poniendo fin a los coches diésel y gasolina y fomentando el transporte público”. Como afirma Minwoo Son, el uso de energías limpias y la reducción de combustibles fósiles serían dos medidas efectivas. Por tanto, el cierre de las instalaciones de carbón, petróleo y gas es esencial, no solo para evitar los peores impactos del cambio climático, sino para lograr el descenso de la contaminación atmosférica y, entonces, la mejora de la salud de la población mundial. Por ejemplo, si se llevara a cabo el cierre de todas las centrales térmicas de carbón, se podrían reducir el número de muertes prematuras por contaminación hasta en dos tercios en todo el mundo, según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.Junto con el cierre de instalaciones de petróleo o gas, un cambio drástico en el modelo de transporte actual también sería beneficioso para la salud y para el medio ambiente. Por ello resulta totalmente necesario que los gobiernos establezcan una fecha a partir de la cual no se puedan vender más vehículos de combustión interna (diésel, gasolina y gas). De forma paralela, con el objetivo de impulsar el transporte sostenible, los núcleos urbanos deben continuar profundizando en las políticas que priorizan el transporte público frente al privado al tiempo que construyen nuevas infraestructuras peatonales y ciclistas. Estas medidas contribuyen a reducir la contaminación atmosférica y las emisiones de gases de efectos invernadero, dando como resultado un descenso de las tasas de enfermedades cardiovasculares, cáncer, obesidad y diabetes, así como enfermedades respiratorias y mentales.Es fundamental dejar atrás al vehículo privado como principal medio de transporte; iniciativas como los ‘días sin coches’ nos permiten imaginar cómo serían las ciudades sin tanto tráfico ni contaminación.

Las soluciones: reducción de combustibles fósiles y mayor uso de energías limpias

Texto: Mario Ruiz-Ayúcar Dorado   Fotos: Ian Willms, ganador del Greenpeace Photo Award 2018, Alberta, Canada.