La esperanza de un futuro mejor tras el Covid-19
La grave fractura que está provocando el Covid-19 va a dejar una profunda huella en la sociedad, aunque tanto dolor y sacrificio debería servir para aprender de los errores cometidos y las lecciones que nos está dando una circunstancia tan traumática para que hacer que el futuro sea mejor
Todavía estamos viviendo las dramáticas consecuencias del Covid-19 en la salud de la población y casi nadie escapa a tener un familiar o alguna persona conocida afectada, como sociedad y personas individuales tardaremos mucho tiempo en recuperarnos de esta situación traumática a veces con tintes irreales. La emergencia sanitaria casi no deja espacio ni tiempo (ni fuerzas) para hablar o pensar en otros temas que no sean nuestros seres queridos y los dramas económicos que también nos está dejando el Covid-19 como legado.
El descenso global de gases de efecto invernadero no ha reducido la concentración de CO2 en la atmósfera.
Pero como sociedad tenemos que avanzar y mirar al frente con esperanza para salir de esta situación con fortaleza. Si algo nos está demostrando esta crisis sanitaria es que no podemos ignorar los problemas globales que se nos vienen encima, aunque a veces los veamos con una forma física concreta. Es el caso del cambio climático.
A pesar de que la disminución del tráfico por las medidas de confinamiento del Gobierno ha provocado una reducción significativa de la contaminación atmosférica en las ciudades, con caídas del 75% en Barcelona y de casi el 60% en Madrid, la concentración de gases en la atmósfera no se ha reducido en el primer semestre del año, sino que ha aumentado, a pesar del parón de la economía china, el principal contaminante del planeta, y que asegura haber reducido en un 25% sus emisiones de enero a marzo.
Estos días han proliferado las investigaciones y análisis relacionando precisamente la actual crisis sanitaria con lo que podría ser un escenario provocado por la emergencia climática que podría provocar la necesidad de adoptar medidas drásticas si no actuamos antes de que sea demasiado tarde.
Una de las principales consecuencias de esta crisis es el aumento de la solidaridad entre las personas (mayor que entre países aliados e incluso regiones) y esto es algo que deberíamos poder conservar el día de mañana. Por ejemplo hay formas de producir energía o de consumir de manera sostenible y respetuosa con el planeta que se hacen de forma colectiva solidaria y esto debería ser el futuro.
Uno de los barcos de Greenpeace se llama Esperanza, como tal, en castellano. El nombre fue elegido en una consulta global abierta. Podría haber sido elegido algún nombre inglés más internacional o más relacionado con la defensa del medioambiente o la paz, pero miles de personas apostaron por Esperanza y eso es lo que necesitamos ahora, mirar al futuro con Esperanza porque ni el planeta ni quienes lo habitamos, podemos esperar.
Texto: Mario Rodríguez Fotos: © Paul Lovis Wagner / Greenpeace