Black Friday Consumismo = crisis climática
Este año, el Black Friday, una de las principales citas del consumo a nivel global, se celebraba a escasos tres días del inicio de la COP25.
En el actual contexto de emergencia climática, Greenpeace irrumpía en las tiendas de las principales marcas comerciales para alertar, a las empresas y a la ciudadanía, del impacto medioambiental del consumo actual. Además de colocar una enorme pancarta en la Gran Vía de Madrid, activistas y voluntarios de la organización se instalaban en los escaparates de la capital para denunciar el modelo depredador del consumo masivo y recorrían los centros del comercio de una veintena de ciudades para advertir de que el Black Friday es ya un “día negro” para el planeta.
Y es que mantener la demanda actual necesita de ingentes materias primas, cuya extracción crece sin freno. Si en 1970 se extraían de la Tierra cerca de 22 millones de toneladas (metales, combustibles fósiles y otros recursos naturales como madera y cereales), esa cifra ya se había disparado hasta los 70 millones de toneladas en 2010. Por no hablar de las emisiones que supone. En el caso de la moda, uno de los sectores estrella de la compra en estas fechas, los datos más recientes muestran que, solo en la Unión Europea, la producción y distribución de ropa, calzado y textiles para el hogar utilizan aproximadamente 1,3 toneladas de materias primas y 104 metros cúbicos de agua por persona. En 2017 esta producción causó unos 650 kg de emisiones de CO2 por habitante. Cifras que llevan a Greenpeace a demandar un consumo más sostenible y un mayor fomento de alternativas como la reducción, la reparación o el intercambio.
Greenpeace despliega pancartas contra el Black Friday con mensajes como “El consumismo ahoga el planeta” o “Modelo de producción depredador”
Texto: Laura Chinchetru