Tiburones: víctimas, no verdugos
La falta de protección en las aguas internacionales provoca la muerte de alrededor de 100 millones de tiburones cada año
Solo hay una cosa que da más miedo que un océano lleno de tiburones: un océano en el que nunca más haya tiburones. Pese a la mala fama que este animal acarrea desde la película de Steven Spielberg del mismo nombre, los tiburones son más víctimas que verdugos.
Según el reciente estudio ‘Tiburones bajo ataque’, elaborado por un equipo científico de Greenpeace, algunas poblaciones de tiburones han disminuido hasta en un 99% debido a la actividad humana. La pesca industrial se ha parapetado tras una aparente legalidad para capturar tiburones con la más absoluta impunidad: los barcos de pesca que siguen las rutas migratorias de pez espada utilizan métodos destructivos como líneas de palangre kilométricas con miles de anzuelos, que a menudo capturan tiburones y otros animales. La falta de protección en las aguas internacionales provoca la muerte de alrededor de 100 millones de tiburones cada año, de los que miles se encuentran en peligro de extinción.
“Es absolutamente inmoral matar tiburones y otros animales salvajes con estas prácticas de pesca. Necesitamos urgentemente un sólido Tratado Global de los Océanos que permita establecer límites de pesca más estrictos para proteger nuestros océanos”, ha señalado Pilar Marcos, bióloga marina y responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace.
La flota pesquera española es responsable de la captura de la mayor parte de tiburones en la Unión Europea.
El principal reclamo para pescar tiburones son sus aletas, que en algunas culturas se aprecian como un manjar. La Unión Europea prohíbe a los barcos europeos en todo el mundo y a los que faenan en aguas comunitarias la cercenación de aletas de tiburones vivos y la posterior devolución de los cuerpos al mar. Según el informe, la flota pesquera española es responsable de la captura de la mayor parte de tiburones en la Unión Europea. Un dato: de las 58.476 descargas de tiburones realizadas por barcos españoles entre 2013 y 2014, solo se hizo 235 inspecciones (menos de un 0,5%), lo que evidencia la escasa vigilancia en el mar y la ausencia de una sólida gobernanza internacional.
El devastador impacto de la sobrepesca
El pasado mes de junio, el barco Esperanza de Greenpeace, que se encontraba en el Atlántico Norte, fue testigo de una práctica habitual en la industria pesquera: barcos cuyo objetivo es la captura de pez espada, pero que, al hacerlo, atrapan cuatro veces más cantidad de tiburones (en peso). En esta ocasión, la tripulación de Greenpeace no observó que se capturara ni un solo pez espada y advirtió, en cambio, la extracción de al menos ocho tiburones de la línea de pesca de casi 64 kilómetros de largo. El tiburón marrajo, el más rápido del mundo (estrechamente ligado al tiburón blanco), es uno de los que más está sufriendo el devastador impacto de la sobrepesca. El informe ‘Tiburones bajo ataque’ señala que los barcos españoles y portugueses en el Atlántico Norte están capturando hasta 25.000 tiburones marrajo al año y arroja un dato desolador: si se detuvieran inmediatamente todas las capturas de marrajo común, tan solo se podría recuperar el 50% de su población para 2040.
Texto: Ana Martínez