33 horas contra la deforestación del planeta

El pasado 17 de noviembre, ACTIVISTAs de Greenpeace se encaramaron en el golfo de cádiz a un barco que transportaba aceite de palma procedente de la deforestación de las selvas indonesias. Así ocurrió todo.

33 horas contra la deforestación del planeta © Autor / Greenpeace

“Stolt Tenacity. Aquí el Esperanza. Tenéis a bordo a un equipo de Greenpeace. No son piratas ni van armados. Solo protestan contra vuestro cargamento de aceite de palma”

«Puede que esto sea un riesgo para mí. Pero no hacer nada es todavía más arriesgado para nuestro planeta”, asegura Waya, una activista indonesia de 23 años que, junto a otros cinco escaladores de Greenpeace, subió a un barco que transportaba un cargamento de aceite de palma en su paso por el golfo de Cádiz hasta Rotterdam. “He visto cómo las plantaciones de aceite de palma destruían las selvas de mi país y cómo comunidades enteras eran desplazadas por la expansión de estos cultivos. No quiero echar la vista atrás y darme cuenta de que no hice nada para evitarlo”, señala.

Son las 8 horas del día 17 de noviembre de 2018. Amanece en el golfo de Cádiz. Waya y sus otros cinco compañeros y compañeras, procedentes de Alemania, Reino Unido, Francia, Canadá y Estados Unidos, llevan semanas entrenándose para este momento. Están preparados física y psicológicamente: “Estamos aquí para intentar parar una catástrofe. ¡Adelante!”, dice Ben, el británico del grupo. Una zodiac les espera bajo la pilot door, la puerta de acceso del barco Esperanza de Greenpeace, desde donde parten hacia el Stolt Tenacity, el buque de 185 metros de largo que transporta aceite de palma propiedad del mayor comerciante del mundo, Wilmar International, vinculado a la destrucción de la selva tropical de Indonesia.

Son minutos de tensión. De adrenalina. Pero finalmente, con la ayuda de una pequeña escala metálica, se encaraman al Stolt Tenacity.

Peter Wilcox, el legendario capitán de Greenpeace, con más de 30 años de profesión a sus espaldas, se pone en contacto a través de la radio con su homólogo en el buque abordado: “Stolt Tenacity. Aquí el Esperanza. Tenéis a bordo a un equipo de Greenpeace. Solo quiero informaros de que no son piratas ni van armados (…) Tan solo están protestando en contra de vuestro cargamento de aceite de palma vinculado con la deforestación de las selvas tropicales”.

“Ok. Recibido. Pero esta acción no está bien”, responde una voz al otro lado.

“Lo entendemos”, continúa Wilcox, “pero esto es algo que nos sentimos obligados a hacer: protestar por los millones y millones de hectáreas de selva tropical que están siendo destruidas por la industria de aceite de palma. Por eso estamos aquí”.

En tan solo 16 años, la población de orangutanes se ha reducido en 100.000 individuos y se calcula que mueren 25 ejemplares al día. Además, muchas de estas poblaciones son tan escasas y sus condiciones de vida tan deficientes que su viabilidad es incierta.

Wilmar, propietario del cargamento que transporta el Stolt Tenacity, es el principal proveedor de aceite de palma de la multinacional Mondelez, uno de los mayores compradores mundiales de esta materia prima, que utiliza para la elaboración de muchos de sus productos, como las galletas Oreo. Una reciente investigación de Greenpeace desveló que los proveedores de aceite de palma de Mondelez han destruido 70.000 hectáreas de bosque tropical en el sudeste asiático en dos años, además de ser responsables de incendios forestales en la zona y de vulneraciones de derechos humanos como trabajo infantil, explotación de trabajadores y acaparamiento de tierras.

“Se puede producir aceite de palma sin destruir las selvas tropicales, pero el que comercializa Wilmar está directamente vinculado con su destrucción. Cerca de un millón de personas en todo el mundo están pidiendo a la industria que actúe. Ahora le toca el turno a Mondelez y a otras grandes marcas: deben escuchar el clamor popular y dejar de comprar aceite de palma hasta que Wilmar no demuestre que su aceite está limpio de deforestación”, señala Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de Bosques de Greenpeace.

Los seis activistas permanecen a bordo del Stolt Tenacity durante 33 horas, las necesarias para retrasar su trayecto más de dos días y que su historia dé la vuelta al mundo. Finalmente, el carguero los entrega a las autoridades españolas en Algeciras y quedan libres sin cargos. “Estamos bien. Ha sido un día y medio muy intenso, pero hemos logrado parte de nuestro objetivo”, explica Victoria (Canadá) con rostro exhausto, pero voz firme.

La lucha de Waya, Victoria, Heather (EEUU), Pascal (Francia) y Ben y la del más de un millón de personas que han apoyado esta campaña no ha sido en vano. Al cierre de este reportaje, Wilmar acababa de anunciar un plan de acción detallado para mapear y monitorizar a todos sus proveedores. Esto hará casi imposible que continúen deforestando la selva. Una victoria con un solo vencedor: nuestro planeta.

La compañía Wilmar, propietaria del aceite de palma que transporta el Stolt Tenacity, anuncia un plan para vigilar a sus proveedores

Las claves

  • La deforestación tropical produce más emisiones de gases de efecto invernadero al año que toda la Unión Europea
  • La población de orangutanes se ha reducido en 100.000 individuos en los últimos 16 años y se calcula que mueren 25 ejemplares al día
  • Los proveedores de aceite de palma de las principales marcas del mundo, incluidas Unilever, Nestlé, Colgate-Palmolive y Mondelez, han destruido una zona de selva tropical de casi el doble del tamaño de Singapur en menos de tres años
  • El 40% de la deforestación (51.600 hectáreas) se produjo en Papúa (Indonesia), una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo.
  • Solo en Borneo (Indonesia) se destruyeron en la pasada década siete millones de hectáreas de selva tropical para cultivar plantaciones de aceite de palma

Texto: Ana Martínez