“El mar te enseña a tener el miedo bastante lejos”

En el mar se siente en casa, lleva trabajando en barcos profesionalmente siete años, desde que se licenció en Navegación Marítima en Bilbao, pero ya navegaba desde los ocho años, cuando en el colegio, en su Cataluña natal, le dieron la opción de hacerlo como asignatura y no se lo pensó.

María Martínez en el Rainbow Warrior © Ana Jiménez/ Greenpeace

Me entero justo antes de hacer esta entrevista de que acaban de ascender a María Martínez: con 29 años ya es primera oficial del barco Rainbow Warrior de Greenpeace. Me lo cuenta con mirada emocionada y fuerte, como parece ser ella en general. Empiezo a grabar entonces con la buena noticia en el aire y descubro a una chica muy preparada, divertida y firme a la vez, que decidió ya en su infancia que ser marinera sería su objetivo y, hacerlo salvando el mundo, su sueño a perseguir.

¿Cuál ha sido tu trayectoria en el mar, cuándo decidiste trabajar en Greenpeace?

Desde el comienzo de la carrera empecé a trabajar en mercantes, remolcadores, barcos enormes. Era como no estar en contacto con el mar, son casi como ciudades móviles. Me decían que ese era el camino, la mejor carrera que podía tener. Pero yo no era feliz, en realidad lo que realmente te gusta solo lo sabes tú y yo tenía otra idea de la navegación, estaba llena de energía, quería viajar, sentir el mar, conocer el mundo, salvarlo… Y entonces entré en Greenpeace y combiné mi pasión de navegar con algo muy gratificante que es aportar mi granito de arena. Creo que es muy importante crecer y una manera de hacerlo es sentirte orgulloso de ti mismo, así que empecé a sentir mucha motivación.

¿Qué más cosas fueron distintas al pasarte al Rainbow?

Muchas en todos los aspectos. Empezando porque en el sector de la marina mercante en general se tiene mala experiencia como mujer. La teoría suena muy bien, la igualdad, la integración, pero estamos un poco lejos de eso… Un tercio de mi clase eran mujeres y de mis amigas de la universidad hoy día soy la única que navega. El mar no solo es que se trate de un sector que siempre ha sido solo de hombres, sino que además tienes que convivir y cuando te tocan machistas al lado es para todo el tiempo. Te encuentras con gente que no ha navegado en su vida con una mujer y de repente apareces allí y tienen su rutina y algunos opinan que tú no formas parte de ella. En Greenpeace es totalmente distinto, en la tripulación hay muchas chicas, nunca eres la única, todo el mundo que te rodea es gente con un interés común que va más allá del género y nunca sientes discriminación. 

¿Cómo es tu día a día en el barco?

Me dedico a la organización, la logística del barco, el personal que va a estar en cubierta, horarios, hago guardias, gestiono todo lo que necesita del barco la campaña que estamos llevando a cabo en ese momento. Hay que ser muy flexible para todo, el idioma oficial es el inglés, se come a las 12 y se cena a las 6. Paso tres meses en el barco y tres en tierra. Cuando estoy navegando estoy en el mar y cuando no estoy navegando… ¡también!, porque intento hacer surf, kay, cursos, estoy en contacto con quienes siguen en el barco.

Para mí el mar es el equilibrio, lo que me ayuda a ver cosas buenas, malas y relativizar, porque ves que el temporal pasa, como en la vida

Veo que el mar es muy importante para ti, ¿qué te hace sentir?

Siempre he pensado que es algo en lo que me siento muy reflejada, tú tienes días en el mar en el que está en calma y todo parece fantástico, pero a la vez tienes días en los que hay tormenta y parece que vaya a ser el fin del mundo y la vida es un poco así. Entonces de alguna manera te hace sentir muy viva. Para mí el mar es el equilibrio, lo que me ayuda a ver cosas buenas, cosas malas y relativizar porque ves que allí el temporal pasa, como en la vida.

¿Sientes soledad durante las travesías?

Bueno, es un trabajo que cuando todo en casa va bien pues sin problemas. Lo que es la parte positiva de navegar, conocer y crecer personalmente es genial, pero cuando estás lejos y las cosas no van bien en casa, no es que sientas soledad, sino que sientes que hay gente que te puede necesitar. Así que solo no te sientes, porque hay mucha gente a tu alrededor y son gente interesante, pero lo malo es cuando echas de menos o sientes que en tierra te necesitan.

¿Has pasado miedo en alguna acción que hayáis realizado en el barco?

No, el mar te enseña que el miedo es algo que tienes que tener bastante lejos, porque en un barco te aporta cosas peligrosas, te paraliza. Entonces desde que comienzas a navegar empiezas a tener la sensación de que a las cosas no hay que tenerles miedo, pero sí respeto. En nuestras acciones entre la adrenalina y la gran preparación que hay detrás no siento miedo, sino mucho respeto y estás muy seria porque el nivel de peligro se va calentando, hay botes en el agua, etc. y hay que estar muy en alerta…

Tú que recorres el mundo en tu día a día, ¿cómo ves los problemas medioambientales, especialmente los de los océanos?

El problema que veo es que, en general, en nuestra sociedad estamos sometidos a un montón de estrés y tendemos a buscar para todo soluciones a corto plazo, rápidas, y tendríamos que ser más consecuentes, invertir realmente en algo en lo que también nuestros hijos vean los resultados, intentar un cambio de mentalidad. A nivel de océanos es muy triste, hemos estado usando el océano como un vertedero y ahora estamos recibiendo consecuencias. Ahora de repente vas a la playa y en lugar de una foto idílica de Instagram con el mar transparente, está ese mar, más una botella de plástico, una bolsa… He ido con el barco a sitios perdidos en medio de la nada ¡y había tal cantidad de plástico!

¿Y ves esperanza en que esto cambie? 

Yo soy una persona muy soñadora, pero a la que, a la vez, le gusta actuar para alcanzar las ilusiones. Así que sí, tengo esperanza, creo que el día que no la tenga dejaría de trabajar en Greenpeace y trabajaría en cualquier otra cosa, porque para mi no hay opción B, tenemos que afrontar los problemas del planeta y cuando la gente entienda que el poder del cambio está en ellos, lo conseguiremos.

Texto: Mónica Ortega   Fotos: Ana Jiménez