Las macrogranjas son una bomba de relojería

El hacinamiento en el que (mal)viven los animales en las macrogranjas, al que se suman deficientes condiciones de alimentación, temperatura e higiene, crea el ambiente perfecto para que proliferen virus. Así pasó en la macrogranja de Íscar (Valladolid), donde más de 130.000 gallinas fueron sacrificadas por un brote de gripe aviar. En Greenpeace fuimos testigos de esta catástrofe y las fotos que tomamos en febrero han servido para denunciarlo. Hoy, la gripe aviar se sigue propagando y, a fecha de cierre de esta revista, había 31 focos y casi 1,2 millones de animales habían sido sacrificados.

Pero las macrogranjas no son solo vulnerables a los virus, sino también a cambios políticos como la guerra en Ucrania. Este país es el segundo proveedor de maíz para piensos de España y, ante la amenaza del desabastecimiento, los ganaderos alertan de que podrían tener que sacrificar a todos los animales. La enorme dependencia de la ganadería industrial muestra su insostenibilidad. Además, es una gran responsable del cambio climático, consume ingentes cantidades de agua y contribuye a su contaminación. Por eso decimos “basta”.

2022 debe marcar el inicio de su fin. El año empezó con la polémica por las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en respuesta a las cuales se llegó a afirmar que en España las macrogranjas no existen. Por eso desplegamos una pancarta gigante en la Gran Vía de Madrid: porque no solo existen, sino que son un grave problema.

Suma tu firma para acabar con las macrogranjas y, si ya lo has hecho, por favor, comparte la petición:

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informe ipcc: Podemos salvar el planeta

En abril, se ha publicado la última entrega del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), elaborado por la comunidad científica más relevante del mundo en la materia, y que analiza posibles soluciones para frenar la crisis climática. Según este plan de rescate para el planeta, nos encontramos ya en una década crucial, pero disponemos de las herramientas para reducir a más de la mitad las emisiones en los próximos ocho años y para lograr que el calentamiento global no aumente en más de 1,5 ºC. Las principales herramientas de este plan de rescate para 2030 coinciden con campañas de Greenpeace: una rápida transición energética hacia las energías renovables, proteger la biodiversidad, promover una agricultura sostenible y cambiar nuestras dinámicas de consumo.

Pero hay que empezar ya. Y ahí es donde entras tú, que eres una persona comprometida con el medio ambiente y socia de Greenpeace. No vamos a dejar que este informe se quede en un cajón. Tenemos que garantizar que estas medidas se lleven a cabo y que nuestros Gobiernos destinen los recursos necesarios a la lucha contra el cambio climático y, por supuesto, pongan fin de una vez por todas a las inversiones en combustibles fósiles. Estamos en un momento crítico, pero podemos hacerlo. ¡Podemos salvar el planeta! 

Tratado global de plásticos: un gran paso

Cada minuto, se vierte al mar el equivalente a un camión de basura. La contaminación por plásticos está fuera de control y, para intentar ponerle fin, a finales de febrero se celebró en Kenia la quinta sesión de la Asamblea Medioambiental de la ONU. Por primera vez, 193 países se sentaron para reevaluar cómo fabricamos, usamos, comercializamos y transportamos los plásticos. Como resultado, a finales de año se abrirán las negociaciones para establecer un tratado global, legalmente vinculante y que abordará todo el ciclo de vida de la contaminación plástica.

Este es un gran paso, que ejercerá una enorme presión sobre la industria fósil, pero no debe eximir a los Gobiernos nacionales de tomar sus propias medidas. España, por ejemplo, tiene en trámite parlamentario la aprobación de una ley de residuos que pondría fin a los productos de un solo uso. Pero debería haberse aprobado en 2021. Este retraso ha provocado que la Comisión Europea abra un expediente de infracción a nuestro país. No podemos esperar más, porque la contaminación plástica pone en grave riesgo a nuestro planeta. Por ello, desde Greenpeace, no dejaremos de presionar hasta lograr un mundo libre de esta contaminación. 

Ecofeminismo para un futuro vivible

El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Greenpeace se sumó, como ya es costumbre, a las celebraciones y manifestaciones convocadas en una quincena de ciudades de España, así como a otras muchas de todo el mundo. Hace tiempo que el ecofeminismo forma parte de las líneas estratégicas de nuestra organización, ya que la lucha ecologista y la feminista comparten muchos objetivos, y entendemos que la una no puede ir separada de la otra. Ambas nos recuerdan la vulnerabilidad de la vida, a la vez que ponen de manifiesto nuestra interdependencia y ecodependencia. En estos momentos, el feminismo también nos recuerda que, en lugar de morir o matar, podemos elegir sostenernos vivas en colectivo y que tenemos el deber de reconstruir lo destruido desde este cuidado de la vida, en lugar de seguir agravando las desigualdades y la explotación de los ecosistemas.

Por esta razón, para reforzar una perspectiva que consideramos esencial, algunas de nuestras voluntarias han creado el Grupo Violeta, un espacio –dentro de la red Greenwire– desde el que se trabaja para integrar la mirada ecofeminista en el voluntariado de Greenpeace, con actividades ligadas a días señalados, encuentros y talleres. Todo ello se realiza en estrecha colaboración con el Área de Ecofeminismo de Greenpeace, al que se ha incorporado Nerea Ramírez, que ejercerá como coordinadora. Queremos un mundo libre y sano, en el que todas las vidas merezcan la pena ser vividas. Para un futuro justo y en paz, construyamos desde el ecofeminismo.