ACCIONES INDIVIDUALES, ACCIONES COLECTIVAS

Usar el transporte público, moverte en bicicleta por tu ciudad, reciclar, organizar una manifestación de medio millón de personas… Hay muchas acciones individuales, pequeñas y grandes, que pueden ayudar a frenar la crisis climática.

Cualquiera que haya participado, de forma más o menos visible, en cualquier tipo de activismo ecologista, sabe perfectamente sobre qué versará su próxima cena de Nochebuena. “Oye, ¿y lo de reciclar funciona?”, “yo tengo un coche eléctrico, ¿es mejor ir en bici?”, y el consabido “es que un chuletón al punto…”. Después de suficientes Navidades, cualquiera acaba llegando a una respuesta común y sencilla a todas estas preguntas: la clásica explicación de las acciones grandes y pequeñas.

Por ejemplo, la habitual cuestión del reciclaje. Sí, es cierto que reciclar está… muy bien. Sí, es cierto que, si todas las personas reciclásemos perfectamente cada cosa que pasa por nuestras manos y el sistema funcionase de forma impecable, sería estupendo para el planeta. Lamentablemente, es mucho más complicado que eso. Ni todo el mundo recicla, ni todo el mundo tiene la capacidad de reciclar todo, ni (y esto es muy importante) el sistema funciona tan bien como debería (ejem, #EcoembesMiente).

¿Significa esto que deberíamos dejar de reciclar? ¡Por supuesto que no! Reciclar, igual que circular en bici o dejar de comer carne, es una acción personal, una decisión tomada por un individuo que quiere aportar su granito de arena. Ahora bien, ¿son las acciones particulares suficientes para frenar la crisis climática? Pues lamentablemente no. Por muchos motivos, pero sobre todo porque los sistemas que deberían respaldar esas acciones individuales no siempre funcionan. Y por eso es exactamente por lo que debemos complementarlas con acciones grandes y colectivas, que involucren a toda la sociedad en su conjunto.

Eso sí, las acciones colectivas, evidentemente, no pueden darse sin una red detrás. Ya sea para encadenarse a un puente, montar una manifestación o fiscalizar la actividad de la clase política, los movimientos y organizaciones ambientales están ahí para ti. Para todas. ¿Y dónde están los movimientos jóvenes por el clima? ¿Por qué es tan importante la diferencia entre acciones individuales y colectivas?

Por un lado, por lo evidente: nos gustaría, si no es mucho pedir, tener un planeta en el que hacernos mayores, y usaremos todas las herramientas que tengamos a mano para asegurarnos de ello. Y por otra parte, es necesario recordar que si recurrimos a acciones colectivas es porque, en la mayoría de los casos, las personas jóvenes no tenemos poder individualmente. No tengo una casa en la que bajar la calefacción, no tengo un coche que dejar de usar, ni un puesto de trabajo desde donde implementar nuevas políticas de medio ambiente. El único gran poder que tenemos las personas jóvenes es el que tenemos en común.

Las acciones individuales siempre son un gran primer paso para empezar a cambiar las cosas. ¿Pero y el siguiente? Ese es el que lo cambia todo.

Texto: Irene Rubiera, activista y estudiante de Derecho, participa en los movimientos por el clima colaborando con Fridays For Future, Ecologistas en Acción y Juicio por el Clima.