10 años de Fukushima
El 11 de marzo de 2011, la tierra tembló en Japón y un tsunami desencadenó el peor accidente nuclear desde Chernóbil.
Como todavía hay que refrigerar los reactores accidentados, se ha acumulado una cantidad de agua contaminada equivalente a 500 piscinas olímpicas (1,23 millones de toneladas). Y el Gobierno quiere verter toda esa agua, que contiene isótopos radiactivos, en el océano Pacífico.
Por si fuera poco, no se va a poder desmantelar la central en los próximos 30 o 40 años. Es materialmente imposible. A estas alturas, no queda otra que reconocer lo obvio: la planta es un almacén de residuos nucleares. “Un accidente nuclear tiene principio, pero no fin”, recuerda Raquel Montón, responsable de Energía deGreenpeace España. “Y, aun sabiéndolo, en España se están prorrogando las licencias nucleares sin tener en cuenta su impacto ambiental, que además nunca se ha evaluado adecuadamente”.
Por ejemplo, a la central cacereña de Almaraz, que cumplió 40 años en 2020, se le ha renovado la licencia hasta 2028.Y eso que aún no ha implementado las nuevas medidas propuestas tras Fukushima. Todo lo contrario. Un mes después del desastre en Japón, Almaraz aumentó la potencia de la unidad dos, comprometiendo así la seguridad de la planta.
Texto: Graciela Rodríguez Fotos: Jeremy Sutton-Hibbert, Christian Aslund / Greenpeace