Vivimos tiempos en los que se nos empuja a comprar compulsivamente y el fervor se agrava a finales de año: el Black Friday, el Ciber Monday, la Navidad… Todo nos dice que gastemos. Y, tal y como está la vida, tendemos a fijarnos en lo barato. Pero lo barato sale caro, como se suele decir, y también para el planeta. Entre los tintes, los procesos de producción y el transporte, la moda low cost de las grandes marcas, conocida como “moda rápida”, genera el 10 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Además, usa materiales de mala calidad, que pueden dañar tu salud y que hacen que las prendas duren poco, por lo que cada año se generan toneladas de basura. La moda rápida contamina los océanos con microplásticos, malgasta el agua en la fabricación y procede de empresas que vulneran los derechos laborales. ¿Necesitas más razones para decir no a la fast fashion? En su lugar, di sí a la producción local, al reciclaje y al intercambio. Tu planeta y tu cuerpo te lo agradecerán.

A principios de 2023 se aprobó el primer Tratado Global de los Océanos. Seguro que te suena, porque fue una gran victoria de la que te hemos hablado mucho. Pero la lucha no acaba aquí. Esta enorme herramienta solo entrará en vigor cuando 60 Estados la conviertan en ley. Y el tiempo apremia. Para concienciar sobre la importancia de ponerse manos a la obra, Greenpeace ha publicado el informe 30×30, en el que trazamos un camino para proteger al menos el 30 % de nuestros océanos de aquí a 2030. Necesitamos una mayor regulación de la actividad pesquera, garantizar los santuarios marinos para la recuperación de especies y acabar con la contaminación. Toda ayuda es poca. Por eso, nos hemos asociado con el estudio de animación británico Rumpus para crear un cortometraje de animación sobre la protección de los océanos.

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Descárgate el informe 30×30.

Hay muchos titulares de noticias que aseguran que empresas petroleras como Repsol están “acelerando en su carrera sostenible”, con el argumento de que apuestan por la descarbonización a través del hidrógeno verde o la energía renovable. Pero eso, sencillamente, no es cierto. Así lo demuestra un informe de Greenpeace, Las sucias doce, en el que demostramos que las grandes petroleras siguen invirtiendo mayoritariamente en combustibles fósiles. Por ejemplo, solo el 0,82 % de la producción de Repsol es renovable. Esas políticas son devastadoras para el planeta; sin embargo, en lugar de castigar a estas empresas, se las premia. Durante 2022, Repsol aumentó su facturación un 16 % en España. Uno de los principales causantes del cambio climático son las emisiones de la industria fósil. Por esta razón, exigimos a los Gobiernos que pongan fin al greenwashing y que exijan responsabilidades a las compañías. Deben pagar por los crímenes medioambientales que llevan décadas cometiendo.

Descárgate aquí nuestro informe

Cuando depositas ropa usada en contenedores municipales o en los de tiendas como Zara o Mango, seguro que te invade un sentimiento de satisfacción por estar participando en la economía circular. Pues sentimos decirte que tu ropa no siempre tiene el final que esperabas. Queríamos investigar estos procesos y colocamos aparatos de geolocalización en 29 prendas en buen estado. Solo una de ellas terminó en una tienda de segunda mano. ¿El resto? Siguieron un rumbo incierto de miles de kilómetros, casi siempre hacia países de África, Asia o Latinoamérica. Con suerte, acabarán convertidas en trapos o en relleno textil, pero la mayoría serán enviadas a vertederos y quemadas al aire libre. No hay economía circular que pueda compensar los efectos nocivos del negocio de las marcas de moda rápida. Por eso es importante que vigiles tu consumo, apuestes por marcas locales y, siempre que puedas, recicles, pidas prestado o repares.

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