SÍ HAY FUTURO

Cuando el ecologismo da por seguro el colapso, comete un doble error: contribuye a la inacción y distorsiona el análisis de lo que está por venir. Sin duda la situación ecosocial es muy grave, pero los ecologistas aún podemos ganar. Y quizá ya hemos empezado a hacerlo.

En 2023, asomarse a la actualidad se parece mucho a abrir un aterrador libro Guinness de los récords climáticos. Cualquier indicador que escojamos es una fábrica de datos superlativos. Ante esta experiencia, es imposible no sentirse abrumados por la ecoansiedad.

Por ello, es normal que la idea de colapso esté ganando el corazón del ecologismo. No es un alarmismo infundado, pero la obsesión ecologista con el colapso puede ser un enfoque contraproducente: en lo político paraliza y además confunde nuestros análisis.

Esta confusión es la contraindicación más peligrosa del pensamiento “colapsista”: existen horizontes de cambios factibles y esperanzadores que esta tendencia, debido a una serie de errores teóricos y de enfoque, no es capaz siquiera de imaginar. Este pensamiento lleva letra pequeña: siempre subestima la capacidad de la gente para cambiar las cosas, tanto en las urnas como fuera de ellas.

Sin duda, en materia de acumulación de emisiones de CO₂ en la atmósfera, estamos peor que nunca. Pero, en cuanto a las posibilidades de ponerle solución, estamos mejor que nunca. La conciencia climática global ha explotado. Las renovables están conociendo una revolución tecnológica que hace mucho más realista la descarbonización rápida. La agenda climática de nuestros Gobiernos ya no es solo greenwashing (aunque este exista), sino que está respaldada por leyes e inversiones públicas sin precedentes. Los cambios culturales hacia hábitos sostenibles en alimentación o movilidad empiezan a ser masivos. Son cada vez más frecuentes victorias ecologistas de calado que hace diez años serían impensables, como la consulta de Yasuní (en Ecuador) o la paralización de la ampliación del aeropuerto de Londres.

Tenemos todas las piezas para protagonizar la transformación histórica que necesitamos. Los ecologistas podemos ganar y quizá hemos empezado a hacerlo. Ahora es necesario armar un ecologismo de mayorías con ambición de liderazgo. Para ello, la primera condición es afirmar exactamente lo contrario a lo que gritaba el movimiento punk en los años setenta. Si por aquel entonces el no future parecía una consigna radical, hoy se ha convertido en la idea más contrarrevolucionaria que existe.  El “sí hay futuro” debe ser nuestro eslogan.

Texto: Emilio Santiago Muíño, activista ecosocial y científico titular del CSIC en una plaza de Antropología Climática. Autor del libro "Contra el mito del colapso ecológico" (Arpa, 2023).