guardianes del planeta
Los pueblos indígenas se enfrentan en Brasil a un Gobierno empeñado en arrebatarles sus derechos. Pero no están solos: el mundo les necesita. Sin ellos, la supervivencia del planeta pendería de un hilo.
El cambio climático, los derechos indígenas, la justicia social y el uso de la tierra están profundamente entrelazados
Es su hogar y no se van a quedar de brazos cruzados. Comunidades indígenas de todo Brasil se reunieron en Brasilia el pasado mes de abril para defender el medio ambiente frente a la destrucción de los bosques y para oponer resistencia al agresivo desmantelamiento de su cultura y forma de vida. Las medidas para arrebatarles sus derechos se han acelerado desde que Jair Bolsonaro llegó al poder.
“Los pueblos indígenas deben ser respetados y apoyados en Brasil, especialmente por el Gobierno actual, que no valora nuestra existencia y no reconoce el hecho de que protegemos nuestros territorios y nuestros bosques. Pero eso no está sucediendo. Por eso es tan importante para nosotros recibir el apoyo de personas y organizaciones de fuera de Brasil. Esto también fortalece nuestra propia lucha”, aseguraba André Karipuna, líder indígena del pueblo Karipuna, durante las movilizaciones en Brasilia.
La ONU señaló recientemente que la destrucción de la naturaleza del planeta era más lenta en las zonas habitadas por pueblos indígenas. Pero también alertó de la creciente amenaza que acecha a estas comunidades con la expansión de la agricultura y la minería, la construcción de nuevas infraestructuras o el desarrollo urbanístico.
“Esa conexión, íntima y profunda, que los pueblos indígenas tienen con sus tierras, sus bosques, su hogar, debe protegerse y celebrarse. Debe ser un espejo en el que mirarnos, porque es una conexión que la civilización occidental parece haber perdido y que deberíamos aspirar a recuperar”, señala Bunny McDiarmid, directora ejecutiva de Greenpeace Internacional.
La selva amazónica almacena entre 80.000 y 120.000 millones de toneladas de CO2, produce aire limpio y es clave en el ciclo hidrológico que controla los patrones de lluvia, básico para la producción agrícola. En un momento de emergencia climática global, es más importante que nunca reconocer la labor de las comunidades indígenas. El cambio climático, los derechos indígenas, la justicia social y el uso de la tierra, cuestiones que durante tanto tiempo se han tratado como compartimentos estancos, están, sin embargo, profundamente entrelazadas.
Bolsonaro, en guerra contra la Amazonía
No nací para ser presidente, nací para ser militar”. A poco menos de una semana de cumplir cien días en el poder, Jair Bolsonaro pronunció estas palabras, que se unen a la larga lista de frases polémicas con las que el presidente de Brasil se ha retratado en su breve tiempo al frente del país más grande de Latinoamérica.Por desgracia, no son solo palabras. Durante estos poco más de tres meses, el Gobierno de Bolsonaro ha transferido los poderes de la Fundación Nacional Indígena (Funai), encargada hasta entonces de la demarcación de las tierras indígenas, al Ministerio de Agricultura, que defiende los intereses de los grandes propietarios rurales; ha modificado el procedimiento de concesión de licencias medioambientales para facilitar la construcción en la Amazonía y ya ha anunciado varios nuevos proyectos de grandes infraestructuras.
“Bolsonaro no ha recibido un cheque en blanco de la sociedad brasileña para destruir nuestro mundo. Debe gobernar por el bien de toda la ciudadanía, no solo por el interés de unos pocos. Greenpeace continuará exigiendo a Bolsonaro que proteja los bosques, garantice la salud de toda la ciudadanía y tome acciones para frenar el cambio climático. Seguiremos luchando contra todos los retrocesos socioambientales, independientemente de quién sea jefe de Estado”, asegura el coordinador de Políticas Públicas de Greenpeace Brasil, Marcio Astrini.
Texto: Ana Martínez Fotos: Christian Braga / MNI