Un paso más cerca del fin de las macrogranjas
A pocos días de acabar 2022, recibimos una gran noticia: el Gobierno aprobaba un real decreto que regula las macrogranjas de bovinos.
Esta ley es muy positiva para el medio ambiente y nuestras aguas, territorios y animales, porque, entre otras cosas, limita el número de cabezas que puede tener una explotación: unas 725 vacas lecheras u 850 unidades de ganado mayor.
El Real Decreto 1053/2022 pone punto final a la macrogranja que la empresa Valle de Odieta proyectaba en Noviercas (Soria), que pretendía explotar 23.520 vacas. Hubiera sido la más grande de España y de Europa, y una de las cinco más grandes del mundo. Igualmente, la nueva legislación no permitirá la ampliación de las explotaciones que ya estén en funcionamiento, hecho que frustrará la solicitud que la misma empresa hizo para ampliar su macrogranja de Caparroso (Navarra), que habría sido casi 12 veces más grande de lo que marca la nueva ley.
A pesar de todas las buenas noticias, esta legislación se queda corta: 850 cabezas de ganado siguen siendo demasiadas y su impacto ambiental no deja de ser enorme. Por eso, desde Greenpeace pedimos, en nuestras alegaciones a la ley, que la capacidad máxima fuera de 180 cabezas. Es esencial que reduzcamos la cabaña ganadera en un 50 % de cara a 2030. Solo así podremos hacer frente al cambio climático, la contaminación del agua, las emisiones y el sufrimiento animal.
El objetivo impresiona, pero, a nuestro alrededor, muchos países se están poniendo manos a la obra con legislaciones más ambiciosas. Un ejemplo es Países Bajos: en 2022, creó un Ministerio de Naturaleza y Nitrógeno
y aprobó una ley que prevé reducir las emisiones en hasta un 70 %. Esto implica que una de cada tres explotaciones deberá cerrar.
Otra manera de actuar es la de Alemania, el mayor exportador de porcino de la Unión Europea: a partir de este verano, retirará los certificados veterinarios para enviar animales vivos fuera de la UE. De esta forma, se reducirán el número de explotaciones y su tamaño. Una alternativa más es la adoptada por el Gobierno de la región belga de Flandes, que compensará a los productores de cerdos que reduzcan la capacidad de sus explotaciones o que decidan cerrarlas completamente.
Un agua de mierda: el legado de las macrogranjas
Es imprescindible seguir el ejemplo de estos países y tomar medidas contra este modelo de las macrogranjas que se basa en alimentar y engordar a los animales lo más rápido posible, para aumentar beneficios. Es un modelo que no deja de crecer: en España, desde los años sesenta, el número de vacas se ha duplicado y el de cerdos se ha quintuplicado.
Y esto no le sale gratis al planeta. Actualmente, el 40 % de las aguas subterráneas –las reservas del futuro– están en mal estado debido a la sobreexplotación y a la contaminación por nitratos, procedentes principalmente de la ganadería y agricultura industrial. Las macrogranjas transforman los campos en vertederos, ya que generan un ingente volumen de excrementos; si bien estos pueden ser un excelente abono, en cantidades masivas se convierten en veneno.
La cosa no queda ahí. El agrícola es ya el tercer sector en España que más contribuye al cambio climático y el 65 % de sus emisiones están provocadas por la ganadería. En lo que respecta al metano, un gas con un enorme efecto invernadero, el sector agrícola es el responsable del 63 % de las emisiones estatales y, de estas, el 98 % están provocadas por la ganadería. Y no olvidemos el maltrato al que están sometidos estos animales, que malviven constantemente confinados y hacinados.
Por todo ello, no vamos a conformarnos. Llevamos seis años en esta lucha. Ya te hemos hablado en numerosas ocasiones de nuestra campaña de recogida de firmas, bajo el lema “¡Macrogranjas NO!: ni en Caparroso, ni en Noviercas, ni en ninguna parte”. Gracias a vuestro compromiso, en 2021 pudimos entregar 237.000 firmas al Ministerio de Transición Ecológica. Y el pasado 16 de marzo, fuimos más allá y entregamos otras 500.000 al Ministerio de Agricultura. Medio millón parece que todavía no son suficientes: ¡si todavía no has firmado, puedes hacerlo aquí!
Por suerte, vemos que cada vez hay más gente concienciada. Medio millón de personas habéis mostrado vuestro rechazo y este compromiso se suma al de muchas otras que dedican su tiempo a mitigar los efectos de las macrogranjas. Entre ellas, se encuentran las decenas de personas y entidades que conforman la Red Ciudadana de Medición de Nitratos. No hay gesto pequeño y, gracias a todas y cada una de estas personas, el Gobierno ha comprendido que hay que actuar. Y seguiremos en pie hasta asegurarnos de que los animales, las tierras y las aguas están a salvo.
La gripe aviar, otro motivo para decir NO a las macrogranjas
En 2022, se registraron 37 brotes de gripe aviar en granjas españolas y casi dos millones de animales fueron sacrificados. Andalucía fue la comunidad autónoma más castigada, aunque fue en Galicia donde se dio el caso de contagio que alarmó al mundo: el virus saltó por primera vez a una granja de visones. Este problema seguirá agravándose si no ponemos fin a las macrogranjas, que son caldo de cultivo y proliferación de estos virus. Además, especialistas de todo el mundo ya están alertando del riesgo de que estas enfermedades se transmitan masivamente a los humanos, lo que nos remitiría a otra pandemia como la de la covid-19. Este es otro motivo para oponernos frontalmente a un modelo que está devorando el planeta.Texto: Sandra Vicente, periodista Fotos: Pedro Armestre / Greenpeace