Furoshiki

El sostenible arte japonés de envolver con telas

Manos de mujer terminando de arreglar un regalo envuelto en tela con la técnica Furoshiki © New Africa / Shutterstock

Del término furoshiki se tienen referencias ya en el siglo VIII, cuando comenzó a utilizarse para aludir a las telas con las que se envolvían ciertos objetos sagrados en Japón. Pero fue durante el periodo Edo (siglos XVII al XIX) cuando realmente se popularizó. Primero, como la tela que los usuarios de los sentos, los baños públicos japoneses, utilizaban para guardar sus ropas mientras estaban en el agua (de hecho, furoshiki viene de la unión de furo, baño, y shiki, ceremonia). Posteriormente, su uso se extendió y comenzó a utilizarse como envoltorio en el que los viajantes empaquetaban sus ropas y demás enseres. 

A partir de entonces, el concepto se comenzó a aplicar a las telas cuya función era la de embalar algo, hasta derivar a lo que ya es considerado como el arte japonés de envolver con telas. Una definición a la que se le puede añadir el adjetivo de sostenible si se compara con otros métodos de empaquetado en los que se recurre a papeles, plásticos u otros materiales de un solo uso. 

Aunque el furoshiki cayó en desuso en detrimento de las bolsas de plástico, papeles y cartón, hace casi dos décadas, el Ministerio de Medio Ambiente nipón inició una campaña para tratar de recuperar esta ancestral tradición de empaquetar con telas y sumo cuidado. El principal objetivo: evitar el abuso de envoltorios de usar y tirar. Aún hoy en su web disponen de un pdf con distintas propuestas a la hora de usar el furoshiki. 

Habitualmente, la tela empleada suele ser cuadrada y su tamaño depende del objeto a envolver. Aunque en su origen el tejido más apreciado para esta práctica era la seda, el paso del tiempo la ha ido sustituyendo por materiales más sostenibles y accesibles, como el algodón orgánico. Porque aunque existen telas específicamente diseñadas como furoshiki (el término hace referencia a la técnica, pero también a la propia tela), otra de sus ventajas es poder reutilizar el tejido de cualquier prenda o ropa de hogar que ya no utilicemos, o recurrir a un foulard o pañuelo para reconvertirlo en envoltorio. El destinatario del regalo, a su vez, puede emplear la misma tela para futuros regalos. O incluso, si hay confianza, quien regala puede recuperar su furoshiki para seguir dándole más usos. 

La flexibilidad y adaptabilidad de la tela es otra ventaja de este método frente al empaquetado con papel. Ya sea una botella, un objeto esférico o el utensilio con la forma más irregular posible, no hay regalo que se resista a ser envuelto mediante el furoshiki. Esto, a su vez, permite dar rienda suelta a la creatividad de quien regala, al disponer de multitud de opciones de jugar con la tela: doblarla, enrollarla alrededor del objeto, anudarla, atarla con cuerdas o lazos, etc. 

Regalos envueltos en tela y decorados con ramas y hojas secas. Tecnica llamada furoshiki
© Yulia Gust / Shutterstock

Para rematar el empaquetado furoshiki de la forma, lo ideal es recurrir a detalles naturales e igualmente reutilizables, como cuerdas de cáñamo, flores y hojas secas.

Así que, salvo que las personas a las que suelas regalar pertenezcan a esa rara avis que pone especial cuidado al abrir los paquetes para no destrozar el papel de envoltorio y que pueda volver a utilizarse, considera recurrir al furoshiki en tus próximas celebraciones para que sean lo más sostenibles posible. 

Texto: Gema Lozano   Fotos: Shutterstock