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© Greenpeace

 

Street Art para defender la agricultura familiar

Con motivo de la celebración del Día Mundial de las Luchas Campesinas, que se celebró el pasado 17 de abril, 15 activistas de Greenpeace dibujaron una gran grieta de 40 metros de largo en el asfalto de una calle de Madrid para reivindicar la agricultura familiar y social frente al modelo industrial e intensivo. Junto a esta acción, los activistas desplegaron también una gran pancarta con un mensaje para el ministro de Agricultura en la que podía leerse: “Planas, si matas el campo, nadie come”.

Greenpeace considera que los pequeños y medianos agricultores familiares son los grandes damnificados del actual panorama por la falta de apoyo recibida para adaptarse al cambio climático o la presión en precios de la agroindustria por la competencia desleal y el exceso de burocracia, entre otras razones. Ante esta situación, la organización reclama el impulso urgente de una transición justa hacia la agroecología que apoye y favorezca la agricultura familiar y social frente a la agroindustria.

Foto: © Pedro Maestre / Greenpeace

La celulosa amenaza al corazón rural de Galicia

La instalación de la planta de producción de celulosa de la empresa Altri en la comarca de A Ulloa, en Lugo, podría acarrear terribles consecuencias medioambientales, pero también económicas, a una de las escasas zonas gallegas englobadas en la Red Natura. Entre las más alarmantes, destacan el ingente consumo de agua necesaria para el funcionamiento de la fábrica o las emisiones a la atmósfera de azufre, óxido de nitrógeno o monóxido de carbono que generaría.  

Por esta razón, Amigas da Terra, Ecoloxistas en Acción, Greenpeace, Sindicato Labrego Galego y la Plataforma Ulloa Viva enviaron una carta al al ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas Puchades, para trasladar su preocupación ante la posibilidad de que se le concedan fondos públicos a un proyecto tan nocivo. Junto a la carta, las organizaciones y el sindicato añadieron un informe que repasa las principales afectaciones que provocaría ese proyecto industrial en el corazón del rural gallego.

Entre los datos aportados en dicho informe, se recoge que la zona alberga varios raros endemismos botánicos en peligro de extinción, así como distintas especies que deben ser objeto de medidas de conservación de su hábitat, según la Directiva 2009/147/CE de la UE. Además, se informa del peligro de soportar una industria que provoque una mayor eucaliptización del territorio, un monocultivo que, según varios estudios, está directamente relacionado con la pérdida de biodiversidad y que no favorece la lucha contra el cambio climático.

Además, las organizaciones firmantes inciden en la importancia del sector primario en A Ulloa, que se vería gravemente dañado por el inicio de la actividad de la planta; de ahí la solicitud de intervención del ministro del ramo. 

Su beneficio, nuestra ruina. No a la megafábrica de celulosa de Altri en Galicia.

Firma la petición

A vueltas con el esperpento de El Algarrobico

El pasado mes de abril, Greenpeace se dirigió de nuevo al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) para solicitar a la Sala Tercera que se apercibiera al alcalde de Carboneras por no cumplir la sentencia 2000/2016, en la que se declara como protegidos y, por tanto, no urbanizables, los terrenos en los que se erige el hotel El Algarrobico. 

Una petición que surge a raíz del auto del 22 de abril de 2023, en el que la misma sala dictó que el alcalde debía pagar una multa de 700 euros cada 20 días hasta el total cumplimiento de la citada sentencia. Cuatro días después de aquella sentencia, el Ayuntamiento de Carboneras convocó un pleno extraordinario para clasificar el terreno de El Algarrobico como suelo protegido en el PGOU. 

Pese a que la personación en la causa de la Junta de Andalucía concluyó con la anulación del acuerdo municipal y devolvía al hotel a la situación de ilegalidad en la que lleva desde 1994, Greenpeace solicita al Gobierno autonómico que exija al Ayuntamiento de Carboneras que declare los terrenos del hotel como no urbanizables. En su opinión, dicha exigencia por parte de la Junta es necesaria antes de iniciar el expediente de revisión de la licencia de obras, ya que, de no hacerlo así, se podría interpretar como “colaboradora necesaria” para que el hotel ilegal no se pueda derribar, e incluso para que pueda abrirse una oportunidad para un nuevo desarrollo urbanístico en la zona. 

Seguiremos informando.

Foto: © Greenpeace

Los ecologistas son los malos, Imaz dixit

Celia, activista voluntaria de Greenpeace, se convirtió en protagonista en la pasada junta de accionistas de Repsol. La joven, de 25 años, aprovechó la invitación que le cedió una persona poseedora de una acción para intervenir en la reunión y preguntar a accionistas y directivos. Celia interpeló a los allí presentes, que, momentos antes, se felicitaban por los ingentes beneficios conseguidos, y les preguntó si les importaba que estos se hubieran generado a costa de la crisis climática y del sufrimiento de quienes padecen la pobreza energética y desastres naturales. También denunció el expolio de recursos naturales por parte de la empresa y la amenaza que su actividad supone para la crisis climática y la biodiversidad. 

Las palabras de la activista obtuvieron una inesperada respuesta por parte de Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, quien acusó a Greenpeace y demás ecologistas de ser los responsables de aumentar la quema de carbón y con ello aumentar las emisiones de CO2. Según Imaz, estas organizaciones, “movidas por el dogma y por su ideología cerrada”, así como por su defensa del “lobby eléctrico”, presionan a las instituciones financieras para que no inviertan en petróleo y gas, lo que propicia que los países del Sur Global se vean obligadas a recurrir al carbón. ¿De verdad que no se le ocurrió ningún otro argumento más convincente, señor Imaz?

Foto: © Pedro Maestre / Greenpeace