Vacaciones con sentido… y sin dejar rastro
Verano. Tiempo de desconexión: del ruido, del asfalto, del ritmo acelerado… Pero también puede ser una forma de volver a conectar: con la naturaleza, con lo que nos rodea, con otra forma de viajar. Sin dogmas ni poses verdes, aquí van siete ideas fáciles y con los pies en la tierra para disfrutar del buen tiempo con más sentido y menos impacto. Spoiler: la proximidad lo cambia todo.
- Destino cercano
No hace falta volar al otro lado del planeta para encontrar un paraíso. Reducir desplazamientos en avión es una de las formas más eficaces de rebajar nuestra huella de carbono. ¿La alternativa? Escapadas accesibles en tren, bicicleta, coche compartido o incluso a pie. Disfrutar de playas urbanas a las que puedas llegar andando, montando en bici o en transporte público es una opción más sostenible que ir en coche y colapsar los accesos a playas vírgenes. A veces, lo más accesible es también lo más responsable. Además, redescubrir lo que tienes a tiro de piedra puede ser tan emocionante como cualquier destino exótico: pueblos con encanto, parques naturales, ríos escondidos, zonas rurales… y sin jet lag.
- La basura no veranea
Shutterstock Evita dejar colillas, pañuelos o envoltorios por ahí y recicla cuando puedas. No se trata de parecer ejemplar, solo de no fastidiar lo que otros también quieren disfrutar. El civismo básico (y el sentido común) también forman parte del ecologismo. No cuesta nada llevar una pequeña bolsa de tela o un bote para guardar tus desperdicios si no hay papeleras cerca. El “no dejes rastro” debería ser un mantra. La naturaleza no necesita recordatorios humanos para saber que existimos.
- Tu botella, tu aliada
El calor aprieta y el agua es esencial. Pero mejor si la llevas en una botella reutilizable. Las de aluminio o acero inoxidable aguantan años y ya hay diseños para todos los gustos. Bonus: el agua del grifo en España es potable. Hay incluso apps que te indican dónde rellenarla gratis en muchas ciudades. Una forma de hidratarte más saludable, más barata y sin residuos.

- Souvenirs clónicos
En vez de imanes de nevera Made in China, busca productos hechos por artesanos o marcas locales. Muchas ferias veraniegas reúnen propuestas interesantes, sostenibles y únicas. Además de llevarte algo auténtico, estarás apostando por un modelo de consumo más justo. Un queso de la zona, una pieza de cerámica hecha a mano o una prenda de un pequeño taller textil dicen mucho más que cualquier recuerdo en serie. O no te lleves nada, desconsume, hazte una foto.
- El entorno… y quien lo habita
Ser eco no es solo cuidar plantas, también es respetar a la gente del lugar que visitas. Escucha, aprende y no impongas tu visión. La empatía también es ecológica. Eso implica no gritar en la playa, no invadir campos privados para hacer la foto perfecta y no convertir cualquier entorno tranquilo en un photocall improvisado. A veces, lo más sostenible es saber pasar sin hacer ruido.
- Tupper power
Shutterstock Comer en la playa o el campo puede ser sostenible si evitas los envoltorios de usar y tirar. Un tupper con comida casera es práctico, barato y ecológico. Y si vas a un restaurante, evita buffets kilométricos y pide productos de cercanía para reducir transporte, apoyar a los productores locales y conectar tu paladar con el lugar que visitas. Muchos destinos están potenciando el slow food, los mercados de temporada o los menús de kilómetro cero. Preguntar por el origen de lo que comes también es una forma de viajar.
- Moda de verano
No hace falta estrenar modelito en cada story. El verano también puede ser una pausa en el consumo de ropa. Recupera prendas de otros años, intercambia con amigos o busca alternativas de segunda mano. La moda más sostenible es la que ya tienes en el armario. Y si te apetece darte un capricho, apuesta por diseñadores locales, materiales naturales o marcas que prioricen procesos responsables. Porque sí, el estilo también puede tener conciencia.
Texto: Juanjo Moreno Fotos: Shutterstock